EL INDE: CON MÁS STRIKES QUE HOME RUNS
Por Abigaíl Villa Flores y Adriana Cruz Toledo
Resulta imposible pensar en la expropiación de un espacio que difícilmente
podría conservarse si esto llega a darse. Para muestra basta un botón:
el Centro de Alto Rendimiento.
En menos de dos años, un sitio con certificación olímpica e internacional
se ha convertido en una zona arqueológica y decimos esto por las ruinas
en las que se encuentran varias de sus instalaciones.
David González Camacho argumentó que cuando tomó posesión había
encontrado "escaleras podridas, goteras por todos lados y estaba muy
decepcionado" (sic). ¡Qué curioso! Entonces, ¿para qué sirvieron las
reuniones de transición?
Hace dos años, previo al cambio de administración, se instaló una
oficina de transición para que el entonces equipo entrante analizara
necesidades y fallas que pudieran detectarse en instalaciones,
equipamiento y activos fijos (que creemos quizá no saben que es lo
que esto significa).
Estas reuniones sirvieron también para conocer aspectos de crísis en
caso de cualquier eventualidad con atletas, asociaciones, familiares
y de salud.
Poco Manager, ¿mucho dougout?
Resulta extraño que González Camacho siendo un empresario exitoso, no
supiera cómo gestionar una crísis ante diversos factores, por que también en
el instituto existen crísis de imagen, de liderazgo y una división,
que argumentan varios, al interior de organismo.
Esto se notó desde los primeros tres meses con el debut y despedida de
Iván Ayala, designado como Director Administrativo. Tomó posesión en
noviembre de 2019 y para febrero ya había dejado el cargo.
Desde el inicio de la administración que derrocaría a Freddy Lugo, el
jerarca del béisbol y que impondría programas de activación masiva y
popular abriendo espacios a todos y todas, se percibía la existencia
de grupúsculos como el de Ayala y el de Carmen Savín, en ese momento
responsable de Contabilidad.
En plena pandemia, González amante del béisbol, optó por organizar un
torneo estatal en los campos de Otay para integrar a los equipos,
independientemente de que estuvieran asociados o no.
Ahora, argumenta que los atletas bajacalifornianos, no podrán asistir
a los Juegos Nacionales para garantizar su salud e integridad.
El tema se viralizó en cuestión de horas generando descontento en la
comunidad deportiva no sólo en Baja California, sino también a nivel
nacional.
"Zona de Guerra"
Esto es lo que parecen ahora instalaciones como las del Centro de
Alto Rendimiento, antes orgullo no sólo de México sino de América
Latina.
En México existen sólo dos centros olímpicos oficiales:el CDOM de
la Ciudad de México y el de Tijuana. En Estados Unidos, por ejemplo
también se manejaba una estructura similar con la sede central en
Colorado Springs, Colorado, y la sede para prácticas invernales en
Lake Placid, Nueva York.
Hubo también un tercer centro, el de Chula Vista, que ahora es
adminstrado por una empresa que obtuvo la concesión por parte de ese
Municipio. En Baja California, la administración corresponde al
Gobierno Estatal, pero con base en el acuerdo de certificación debía
cumplir con normas establecidas tanto por el COM como por el Comité
Olímpico Internacional, entre ellas no alterar los símbolos del
movimiento olímpico como son los aros, lo cual hizo en los primeros
meses la administración morenista al colocar cloroplastos en color
marrón con leyendas "motivacionales".
Esto podría ser una pecata minuta en comparación con lo que vendría
después: bombas y calderas parchadas en el complejo acuático, campos
y andadores sin desyerbar, sanitarios con excremento seco en los
retretes, plagas de ratones en las oficinas administrativas
y falta de higiene en plena pandemia.
Argumentaban que por "austeridad y falta de recursos", aunque se
gastó en litros de pintura para cambiar el color de las fachadas en
el CAR Tijuana y en la Ciudad Deportiva de Mexicali, aunque se cayeran
las letras en el edificio de ingreso a pedazos.
Por el contrario, los campos de béisbol tuvieron su "manita de gato"
para un mundial que quizá no le toque a la administración gonzalista.
Administradores incómodos
No se trata de buscar culpables, pero sí de deslindar
responsabilidades. El desorden que se ha dado en las instalaciones
es una consecuencia de un paupérrimo trabajo administrativo,
operativo y de mantenimiento. Esta última responsabilidad compete
a Héctor Sánchez, designado como Jefe de Área en 2019 y quien es hijo
del Director de Promoción e Imagen, Germán Sánchez Ayón, un contador
público que hace las veces de publirrelacionista y cuyo trabajo
es más de ornato que de resultados.
La operatividad y administración del Centro de Alto Rendimiento ha
sido un caos. Anteriormente sinónimo de pulcritud bajo la supervisión
minuciosa de Mauricio Ramírez, esta labor le fue asignada a Gustavo
Gutiérrez de la Fuente, quien desde su llegada se dedicó a amedrentar
y a acosar a personal tanto de la administración saliente como
entrante a escasos días del relevo.
Hay quienes argumentan que desde la etapa de transición, el "mirrey"
ensenadense hacía gala de su despotismo y altanería frente a las y
los empleados. Gutiérrez de la Fuente, de quien se dice es protegido
de Carmen Savin (directora administrativa), no se sabe si cuenta con
alguna profesión o estudios en administración pública o al menos de
empresa o personal.
En varios oficios firma sólo como "C. Gustavo Gutiérrez de la Fuente".
En uno de ellos, solicitaba que algunos integrantes del área de
transporte basificados para tal función y con pleno desconocimiento
de lo que son las relaciones sindicales, fueran reasignados como
empleados de limpieza y mantenimiento, ya que por la pandemia no
tenían nada que hacer.
Personal con más de 10 o hasta 15 años de trabajo en el CAR señaló
que había represalias por que "eran gente de Saúl Castro (sic) y sus
privilegios se habían acabado", dijeron.
Otra de sus "hazañas" fue despedir y obligar a desalojar escoltados
y hasta por la fuerza a personal de confianza, señalándoles
que tenían prohibido ingresar de nueva cuenta a las instalaciones
que son públicas.
Gutiérrez giró órdenes a los guardias de seguridad para que no
ingresaran los despedidos y también a que muchos empleados que se
quedaron, sacaran sus automóviles del estacionamiento interior.
A las pocas semanas, también recibió "instrucciones de más arriba"
para despedir a uno de los mismos guardias que en medio de lágrimas
se vio obligado a desalojar a sus propios amigos y compañeros.
La misma directiva imprimió y colocó una lista con la leyenda "No
entrada" en la que aparecían los nombres de empleados y empleadas
despedidos, algunos estaban incapacitados, otros de vacaciones.
A buen juez, mejor testigo
Ya no hay vuelta atrás y el tiempo corre. La gran oportunidad
se esfumó, se le fue de las manos a González y compañía.
Pudieron haber constituido un liderazgo ante la actual crísis,
sanitaria, política y de infraestructura.
Cuando hubo transición en Jalisco, luego de la salida de André Marx,
la mayor crísis se dió durante un campeonato de natación y fue por
detalles relacionados con la labor de mantenimiento del complejo
acuático panamericano en cuanto al uso de químicos.
La administración deportiva, ahora encabezada por Fernando Ortega
Ramos pudo rectificar consciente de lo que implicaba estar al frente
de un organismo como el CODE de Jalisco.
No en vano es la entidad que más ha mantenido la estructura
institucional ampara en sus resultados como el estado más productivo
y ganador en la historia del deporte amateur en México.
Muchos creían que tras la salida del Doctor Andrade Garín (originario
de Ensenada) se acabaría el liderazgo jalisciense. Afortunadamente y
para el bién de lo poco que podemos rescatar de nuestro deporte como
país, no fue así.
El CODE se ha mantenido como un organismo firme con administraciones
panistas, priístas y de Movimiento Ciudadano. Ajeno a toda tendencia
política, los especialistas y profesionales de la gestión trabajaron
teórica y virtualmente para no perder ni el ritmo ni la valoración de
calidad de sus talentos.
Nuevo León, por su parte, también se ha esforzado por mantener sus
instalaciones en funcionamiento y con protocolos de atención para su
personal y visitantes a espacios como el Parque Niños Héroes, una
antigua base militar en Monterrey de la que dudo tengan conocimiento
o hayan visitado los actuales funcionarios del INDE de Baja california.
Esto, muy a menos de que hayan ido al estadio de los Sultanes.
Si la administración bajacaliforniana difícilmente pudo con el CAR en
Tijuana, la Ciudad Deportiva en Mexicali o los nuevos espacios en San
Quintín (el Gimnasio de Lucha y el Centro de Activación Comunitaria),
de seguir la misma tendencia, el destino del Campestre también sería
desastrosa.
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